La fábrica de baterías para vehículos eléctricos de $1.100 millones que se hundió
Lo creas o no, Nissan estaba preparada para lanzarse de cabeza a la producción de baterías sin cobalto con una planta de LFP (fosfato de hierro y litio) de última generación en la isla japonesa de Kyushu. Con una inversión de 1.100 millones de euros y la promesa de crear 500 nuevos puestos de trabajo, la planta pretendía producir 5 GWh de baterías al año en 2028. Parecía un proyecto revolucionario para uno de los primeros países en adoptar la movilidad eléctrica, pero se canceló antes de que se pusiera el primer cimiento.
¿Qué ha pasado? Según informes de Reuters y del Ministerio japonés de Economía, Comercio e Industria, se barajaron subvenciones públicas para los fabricantes nacionales de baterías. Pero Nissan decidió echar el freno. Los rumores apuntan a que los cambios en las fuerzas del mercado y las prioridades internas hicieron que el proyecto se tambalease. A pesar del entusiasmo inicial, el plan no se ajustaba a la nueva realidad financiera de Nissan ni a su hoja de ruta estratégica.
Problemas financieros y decisiones difíciles
Pérdidas crecientes y recortes presupuestarios
Los balances de Nissan no han sido nada halagüeños este año. El fabricante de automóviles prevé unas pérdidas netas de hasta 750.000 millones de yenes (unos 4.600 millones de euros) para el ejercicio fiscal que finaliza en marzo de 2025. Ante este inminente déficit, la dirección tuvo que tomar algunas decisiones difíciles. ¿Por qué invertir 1.200 millones de euros en una planta de baterías cuando la reducción de costes y el reajuste de productos básicos son las principales prioridades? Las cuentas no cuadraban.
La reestructuración se convirtió en el nombre del juego. Bajo la dirección del nuevo Consejero Delegado, Iván Espinosa, Nissan está reduciendo su capacidad de producción global en 20% y considerando la posibilidad de prejubilar a unos 9.000 empleados. No se trata sólo de apretarse el cinturón para guardar las apariencias: fuentes del equipo afirman que se trata de un giro vital para ahorrar efectivo y racionalizar las operaciones. En este contexto, la renuncia a invertir en una planta de baterías independiente tiene más sentido que nunca.
El mercado estadounidense adora las importaciones, pero a un precio
La gran dependencia de Nissan del mercado estadounidense añade otra capa de complejidad. En 2024, las ventas estadounidenses representarán aproximadamente 30% de los ingresos totales de Nissan en el sector del automóvil. Pero Washington no está precisamente extendiendo la alfombra roja a los coches importados: ahora se aplica un fuerte arancel de 25% a los vehículos enviados desde Japón o México. Este impuesto adicional sobre casi la mitad del volumen de Nissan en Estados Unidos afecta directamente a los márgenes y dificulta la venta de nuevas inversiones.
Con unos aranceles de importación que aumentaban cada trimestre, los ejecutivos analizaron detenidamente todos los proyectos. La planta propuesta en Kyushu habría añadido diversidad a la fabricación, claro, pero a costa de hacer saltar la banca. Cuando se compite por seguir siendo competitivo en el sector de los vehículos eléctricos, a veces merece la pena hacer una pausa y replantearse las cosas en lugar de seguir adelante.
Aprovechar una antigua asociación con Renault
Aquí está el lado positivo: Nissan no va por libre en su futuro eléctrico. En su lugar, está redoblando sus esfuerzos en una alianza de probada eficacia con Renault. Estas dos empresas comparten plataformas, I+D e incluso líneas de producción. Aprovechando la experiencia de Renault y las arquitecturas de los vehículos eléctricos AmpR, Nissan puede lanzar nuevos modelos sin tener que instalar su propia fábrica de baterías.
Se espera que el próximo Nissan Micra se monte sobre las renovadas plataformas de Renault, probablemente las mismas que dieron lugar al nuevo Renault 5. El Micra, al igual que las futuras versiones del Juke y el Leaf, podrá utilizar baterías y sistemas de fabricación ya probados. Y no hay que olvidar el SUV Ariya, que hoy utiliza la plataforma CMF-EV. La puesta en común de recursos acorta los plazos, reduce los costes de desarrollo y hace que las cajas registradoras sigan sonando.
Una gama de vehículos eléctricos más esbelta y potente
Al asociarse con Renault, Nissan se libera de la carga de construir y gestionar una planta de baterías específica. En su lugar, puede centrarse en el diseño, el software y la experiencia del cliente, áreas en las que destaca. ¿La contrapartida? Menos control directo sobre la química de las baterías y la cadena de suministro, pero potencialmente una comercialización más rápida y una mayor rentabilidad.
Los analistas señalan que este enfoque permite a Nissan mantenerse ágil. Puede pasar de un proveedor a otro, aprovechar las economías de escala y ajustar las especificaciones del producto sin los costes irrecuperables de unas instalaciones especializadas. En el panorama actual de los vehículos eléctricos, en rápida evolución, la agilidad suele primar sobre la propiedad.
¿Cuál es el futuro de la estrategia EV de Nissan?
La decisión de Nissan de descartar el proyecto de baterías de Kyushu puede parecer un contratiempo, pero en realidad se trata de una retirada estratégica para ganar terreno en el futuro. Al recortar proyectos intensivos en capital y redoblar sus alianzas, el fabricante de automóviles apuesta por el volumen, la eficiencia y la tecnología compartida para mantener la competitividad de su gama de vehículos eléctricos. Es un movimiento audaz que podría dar grandes frutos si se ejecuta sin contratiempos.
No pierdas de vista a Nissan en los próximos años. Con nuevos modelos en camino, una estructura de costes más ágil y el respaldo de Renault, la marca tiene la oportunidad de recuperar parte de su gloria inicial en el sector de los vehículos eléctricos. Eso sí, no esperes una ceremonia de inauguración de la nueva fábrica a corto plazo: esta vez, están jugando con inteligencia.