Si ha seguido el panorama automovilístico europeo últimamente, probablemente sabrá que ha sido un viaje lleno de baches. Entre la caída de las ventas, la lentitud de la transición energética y los vientos políticos en contra, las cosas no han ido nada bien para los fabricantes de automóviles.
Pero hay algo que quizá no se esperaba: mientras los fabricantes de automóviles atraviesan dificultades, sus proveedores -llamados fabricantes- son los más afectados. Los despidos en estos fabricantes de piezas se han ido acumulando durante meses, si no años, lo que indica problemas más profundos en la cadena de suministro.
Cambiar de marcha para satisfacer la demanda
Un fabricante no es sólo una fábrica sin rostro. Es una operación industrial en toda regla con sus propias líneas, maquinaria y equipos de I+D. Bosch, por ejemplo, es conocido por sus sistemas ADAS, frenos y electrónica para automóviles, pero también fabrica sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado, equipos de energías renovables e incluso electrodomésticos. La diversificación es su salsa secreta.
Sin embargo, cuando el mercado automovilístico se desplomó, incluso gigantes como Bosch sufrieron las consecuencias. Los más pequeños, sin embargo, tuvieron que pivotar o perecer. Hirsch Engineering, una pyme alemana fundada en 2016 que, en cuestión de años, pasó de fabricar componentes de motor para Audi a construir sistemas de defensa.
Su fundador, Thomas Hirsch, lo cuenta sin rodeos: cuando las ventas de coches empezaron a caer y se vislumbraron plazos límite para los eléctricos, el negocio principal de la empresa se desmoronó. Con los competidores chinos en plena carrera, quedarse en el carril del automóvil parecía un callejón sin salida. Así que Hirsch hizo lo que cualquier empresario inteligente haría: siguió el dinero y persiguió la demanda.
La dirección en defensa: Un estudio de caso
No fue una decisión tomada de la noche a la mañana. Hirsch Engineering pasó meses explorando opciones, explorando mercados y reequipando plantas. Pronto, sus líneas de producción -que antes producían transmisiones y sensores- se reconfiguraron para contratos de defensa, paneles de seguridad e incluso componentes aeroespaciales.
Cinco años después, la friolera de 95% de los ingresos de Hirsch proceden de sectores distintos al de la automoción. La apuesta valió la pena y transformó un taller de piezas inestable en un proveedor de defensa estable.
Navegar por la autopista de la moral
Pero este giro no fue todo choca esos cinco y champán. En Alemania, donde el pacifismo está muy arraigado desde la Segunda Guerra Mundial, fabricar armas suscita debate. Internamente, el equipo de Hirsch se debatía sobre si querían construir máquinas diseñadas para hacer daño.
Entonces entró en juego la geopolítica. Con el aumento de las tensiones en Europa del Este y el incremento de los presupuestos de defensa, las percepciones cambiaron. El trabajo que antes parecía cuestionable empezó a parecer un deber patriótico, sobre todo a medida que el Estado destinaba dinero a la seguridad nacional.
Pero la ética nunca es blanco o negro. Hiroshi Engineering organizó asambleas municipales, comités éticos y sesiones nocturnas de intercambio de ideas para asegurarse de que todos los empleados se sintieran cómodos con la nueva misión. No se trataba sólo de obtener beneficios, sino de construir algo que pudieran respaldar.
Impacto en la mano de obra y la industria
La transformación de Hirsch es sólo una pieza del rompecabezas. Grandes empresas como Continental han firmado acuerdos con Rheinmetall, trasladando a cientos de trabajadores del sector del automóvil a fábricas de armamento. Cuando Continental anunció más de 7.000 despidos en todo el mundo, esta asociación sirvió de salvavidas para algunos.
A los trabajadores de una planta que cerraba en Gifhorn se les ofrecieron puestos en la planta de Rheinmetall en Unterlüss. Son 30 minutos de trayecto, pero para muchos es una oportunidad de cambiar piezas de motor por casquillos. Algunos aceptaron el cambio, deseosos de seguridad laboral. Otros luchan con la idea de construir armas en lugar de ruedas.
Cuando las transiciones se topan con obstáculos
No todos los pivotes son perfectos. En Baden-Württemberg, Mahle, especialista en motores, apostó por las transmisiones eléctricas, lo que dejó poco margen para proyectos de defensa. Los reparos éticos también ralentizaron las conversaciones con clientes militares: al fin y al cabo, algunos ingenieros no quieren construir fusiles, les paguen lo que les paguen.
Los sindicatos, en particular IG Metall en Alemania, siguen siendo escépticos de que la defensa pueda compensar totalmente las pérdidas de la industria automovilística. Aunque reconocen que los contratos de armamento pueden salvar miles de puestos de trabajo, les preocupan la estabilidad a largo plazo y las implicaciones morales de una economía con un peso importante de la defensa.
Prepararse para el futuro
En Francia, una antigua fábrica de automóviles Renault fabrica ahora proyectiles de artillería. En toda Europa se difuminan las fronteras entre la fabricación civil y la de defensa. Los gobiernos invierten miles de millones en seguridad y los fabricantes se reequipan a un ritmo vertiginoso.
Para los proveedores, el mensaje es claro: si el mundo del automóvil se estanca, más vale encontrar otra carretera. Ya sea en defensa, en el sector aeroespacial o en las energías renovables, la diversificación ya no es una opción, sino la supervivencia.
Conclusión
El declive de la industria automovilística ha impulsado involuntariamente un auge de la defensa. Empresas como Hirsch Engineering demuestran que, con la estrategia adecuada, incluso un proveedor en dificultades puede reinventarse. Pero mientras las fábricas cambian motores por explosivos, el debate sobre ética y economía no ha hecho más que empezar.
Así que la próxima vez que oiga: "Un tanque no puede sustituir a un Porsche", recuerde: en algunas fábricas, eso es exactamente lo que ocurre bajo el capó.