Varados por el hidrógeno: La odisea de 160 kilómetros de un taxista para repostar

Varados por el hidrógeno: La odisea de 160 kilómetros de un taxista para repostar

Imagina llegar cada mañana y descubrir que tu vehículo no se mueve porque la gasolinera más cercana está a 90 kilómetros. Esa es la cruda realidad de Michel Cavigioli, un taxista de Massignieu-de-Rives (Francia) que conduce dos Hyundai Nexo SUV propulsados por hidrógeno. Él y su mujer cambiaron su plan original de Tesla por el hidrógeno tras la recomendación de un cliente, atraídos por las promesas de repostaje rápido y gran autonomía. Sobre el papel, parecía un sueño: 724 kilómetros con el depósito lleno y de cinco a diez minutos por repostaje. En la práctica, sin embargo, la escasa red de estaciones de servicio ha dejado a Michel al margen y viendo cómo su negocio de taxis se paralizaba.

Grandes obstáculos en la infraestructura de repostaje de hidrógeno

El mercado de los coches de hidrógeno está aún en pañales, sobre todo si se compara con el de los vehículos eléctricos. Sólo dos fabricantes -Toyota y Hyundai- ofrecen vehículos de pila de combustible para el mercado de masas, y la demanda apenas roza la superficie. Según la asociación industrial Avere-France, Francia apenas cuenta con unas cincuenta estaciones de hidrógeno en todo el país. Es una miseria si se compara con los miles de puntos de recarga de vehículos eléctricos que se multiplican por toda Europa. Para los conductores de hidrógeno, esto significa largos desvíos, horas perdidas y, a veces, la pérdida de un día entero sólo para repostar.

La situación de Michel pone de manifiesto el círculo vicioso: la falta de estaciones disuade a los conductores de pasarse al hidrógeno, mientras que los bajos índices de adopción paralizan la inversión en infraestructuras. Tiene suerte de que se esté construyendo una segunda estación en Annecy, a 56 km de su casa, pero no estará operativa pronto. Hasta entonces, tiene que hacer viajes de 160 km para llenar un depósito que suele tardar menos de diez minutos. Es una verdad incómoda que arroja serias dudas sobre la capacidad del hidrógeno para crecer de forma sostenible.

Averías mecánicas y problemas presupuestarios

Por si la distancia no fuera suficiente, los problemas mecánicos han agravado los males de Michel. Uno de sus Nexos, con 283.000 kilómetros en el cuentakilómetros, lleva fuera de servicio desde enero de 2024 por un presunto fallo en la pila de combustible. El mecánico que diagnosticó el problema se marchó del concesionario y, desde entonces, ningún especialista de Hyundai ha intervenido para verificarlo o solucionarlo. Michel insiste en que la pila no es la verdadera culpable, pero sin un experto cualificado que eche un vistazo, su hipótesis ha quedado sin comprobar.

Mientras tanto, las facturas siguen llegando. Michel paga 1.078 euros al mes por el alquiler y el seguro del Nexo averiado, aunque lleve meses acumulando polvo. El hidrógeno se vende a 18-20 euros el kilo, aunque Michel se beneficia de una subvención que lo reduce a 12,50 euros. Sigue siendo caro cuando un kilo sólo da para unos 100 kilómetros de autonomía, y el desvío diario de 160 kilómetros de Michel consume casi dos kilos en cada viaje. En esencia, pierde dinero sólo por volver a la carretera.

Lecciones aprendidas y futuro

A pesar de los contratiempos, Michel no está dispuesto a abandonar el hidrógeno. Promete intentarlo de nuevo, esta vez con algunas medidas de seguridad. Lo primero en su lista: asegurarse un vehículo de préstamo con las mismas especificaciones para evitar tiempos de inactividad en caso de mantenimiento. También quiere tener la garantía de que habrá una estación de servicio en un radio de 30 kilómetros antes de volver a lanzarse. Esta historia con moraleja pone de manifiesto la necesidad de una planificación coordinada entre fabricantes, operadores de estaciones y conductores si queremos que el hidrógeno avance.

La promesa del hidrógeno de un repostaje rápido y cero emisiones del tubo de escape sigue siendo tentadora, pero el ecosistema que lo rodea necesita un refuerzo urgente. Más estaciones estratégicamente situadas, redes de servicio fiables y protocolos de mantenimiento transparentes podrían inclinar la balanza a su favor. Hasta entonces, conductores como Michel tendrán que recorrer largas y solitarias carreteras para mantener en marcha sus negocios, lo que demuestra que un combustible innovador es tan eficaz como la infraestructura que lo sustenta.

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